Causas de los desórdenes alimenticios
Las causas de
los desórdenes alimenticios no están del todo claras. De todos modos, se cree
que en ellas participa una combinación de factores psicológicos, genéticos,
sociales y familiares.
En los niños
con trastorno del apetito suele existir una gran diferencia entre cómo se ven a
sí mismos y cómo son en realidad. Las personas que padecen anorexia o bulimia
suelen tener un inmenso miedo a engordar o a tener sobrepeso y se ven más
gordas de lo que están. Además, algunos deportes y actividades, como
cheerleading deportivos, la gimnasia, el ballet, el patinaje sobre hielo y la
lucha, que enfatizan determinadas categorías de peso, pueden incrementar el
riesgo de algunos niños y adolescentes a desarrollar desórdenes alimenticios.
También existe
una incidencia cada vez mayor de otros tipos de problemas entre los niños y
adolescentes afectados por un desórden alimenticio, como trastorno de ansiedad
y el trastorno obsesivo compulsivo. A veces, los problemas que se viven en casa
pueden aumentar el riesgo de que un niño desarrolle comportamientos
alimentarios problemáticos.
Algunos
investigadores sugieren que las imágenes que aparecen en los medios de
comunicación contribuyen a aumentar la incidencia de los desórdenes
alimenticios.
La mayoría de las mujeres famosas que aparecen en anuncios,
películas, programas de televisión y actividades deportivas son muy delgadas, y
esto puede conducir a que las niñas piensen que el ideal de belleza consiste en
estar extremadamente delgada. Los niños también pueden tratar de imitar a un
modelo ideal, reduciendo drástica mente lo que comen y haciendo ejercicio compulsiva mente para desarrollar masa muscular. Todo esto que dicen decir los
investigadores es casi la realidad.
La preocupación
por la alimentación está empezando alarmante mente a afectar a niñas de temprana
edad. Las investigaciones muestran que el 42% de las niñas de primer a tercer
curso de enseñanza primaria quieren estar delgadas y que el 81% de las niñas de
10 años temen estar gordas. De hecho, en la población infantil, la mayoría de
los pacientes con desórdenes alimenticios empiezan a manifestar el trastorno
entre los 11 y los 13 años.
Signos de alarma
Para un padre o familiar,
puede ser un reto saber distinguir entre la preocupación por la propia imagen
corporal normal en un niño y los signos de alarma de un desórden alimenticio.
A pesar de que en los niños y
los adolescentes (sobre todo las chicas) abundan los complejos y la tendencia a
compararse entre sí y a hablar sobre dietas, esto no significa necesariamente
que padezcan un trastorno del apetito.
Una persona con anorexia
podría:
- adelgazar mucho, estar muy débil o demacrada
- estar obsesionada con la comida y el control de peso
- pesarse repetidamente
- controlar atentamente la cantidad de alimento que ingiere
- comer solo determinados alimentos, evitando algunos como los lácteos, la carne, el trigo, etc. (De todos modos, es evidente que las personas que son alérgicas a un alimento en concreto o que son vegetarianas evitan ingerir ciertos alimentos.)
- hacer un ejercicio físico excesivo
- sentirse gorda
- evitar las actividades sociales, especialmente las comidas y celebraciones que implican comer
- estar deprimida, aletargada (con falta de energía) y sentir mucho frío
Una persona con bulimia
podría tener:
- sentirse muy infeliz con el volumen, la forma y el peso de su cuerpo
- inventar excusas para ir al baño inmediatamente después de las comidas
- comer solo alimentos dietéticos o con bajo contenido en grasas (salvo en los atracones)
- comprar de forma habitual laxantes, diuréticos o enemas
- pasar la mayor parte del tiempo haciendo ejercicio o intentando quemar calorías
- evitar las actividades sociales, especialmente las comidas y celebraciones que implican comer
- temer ganar peso
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